La vida es una escuela que nos enseña -a todo lo largo de los años- unas veces a golpes, otras con dulzura. De niños aprendemos a caer y levantarnos; a soñar a reír y a llorar. “Algunos entran a la escuela -dice la gente- pero la escuela no entra en ellos.” Así, escolares de la vida, vamos a todo lo largo de nuestra existencia con nuestro bolsón de clases a la espalda. Unas veces sonrientes, otras llorando; unas reprobados y otras con un “10” de calificación. Aprendemos a amar y -en el más triste de los casos- a olvidar. Nos ilustra tanto lo bueno como lo malo: caer suele mostrarnos cómo levantarnos; la sombra a buscar y encontrar la luz; un sollozo a ver más limpio el esplendor del día… De esa manera aprendemos de la ciencia, los oficios, las artes… Entre ellas, el maravilloso “Arte de Vivir”. Pero una de las cosas que más nos cuesta aprender es a decidir. Una sabia reflexión nos dice: “Cuando aprendí que la paz está en mí, la guerra está en mí, la felicidad está en mí, la tristeza está en mí, entonces… Aprendí a decidir.” ¿Quién decide en ti? ¿Tú o los demás? ¿Tu ser interior o la adversidad anónima del mundo externo? Indecisos escolares de la vida: ¡Aprendamos tan difícil y feliz materia de decidir la luz de la sombra; la paz por la guerra; la risa de la felicidad! La campana, llamando a clases ha sonado. ¡Feliz jornada!
Aprende a decidir tu paz y tu felicidad
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Por Carlos Balaguer | Jul 06, 2022 - 15:36