Babel de las cumbres mundiales ante el caos global

“Confundieron sus lenguas” dice Génesis sobre los hombres de Babel, la torre que pretendía alcanzar los cielos. No sólo es la incomunicación humana ni el usual protocolo lo que vuelve “obsoletas” las cumbres mundiales, sino su desfase en el tiempo cósmico, histórico y humano. En pleno S. XXI el mundo espera un parlamento mundial no cómplice, permisivo ni retórico, sino con soluciones de vida de cara al porvenir. El mismo futuro -que reclamarán las humanidades del mañana- y que nuestra cavernícola civilización tecnológica, bélica y nuclear, está abortando perversamente, al dañar el planeta, la biosfera, la civilización y la paz. Las cumbres suelen ser palestra de una patética tragicomedia donde confluyen dictaduras, tanto de la corrupción del poder -que argumentan como derecho soberano- como de la historia. El desastre climático planetario es irreversible, amenazando la biodiversidad y la misma vida humana. La voz de esperanza de una niña sueca se elevó en los salones de una pasada Cumbre Climática para desafiar -con sus reclamos- a los impávidos líderes que soslayaron su advertencia sobre el caos climático que asola al Orbe. Alianzas y no guerras; Humanismo y no salvajismo; Vida y no muerte; Paz y no desgracias, pide a gritos el acosado mundo moderno. Ya en las cumbres mundiales, como en la Babel de la incomunicación humana.