La lejana y casi incierta Humanidad del Siglo XXI quedaría en la memoria de los tiempos, borrándose en el sueño de ayer con sus cruentas y tristes guerras de conquista. Su industria y tecnología armamentista hubo de ser el sombrío factor de misma caída y decadencia. Pero los largos siglos habrían de transcurrir en el silencio de la Nada estelar y humana. Un día después del mañana el santo y maravilloso mundo de la paz vendría a redimir al ser humano y a devolverles el paraíso perdido de su perdida odisea. El “Tercer Cielo” del evangelio sánscrito amaneció en el alba esplendorosa del amor humano, divino e interestelar. Los humanos nacerían bajo el signo de una sola creencia estelar, compartiendo el planeta sin tiempo en santa paz, piedad, armonía y felicidad. Verían la vida como la dádiva más preciada del ser. “Lagu” –que significa “Luz—y “Parvati” –diosa de la Tierra—fueron los primeros seres transhumanos que fundaron aquel nuevo tiempo interestelar. El sol de un nuevo día iluminó los confines. Indra y Karuna se perdieron en el desierto de esta leyenda olvidada en las constelaciones de la imaginación divina. ( y LXII)
Un día después del mañana
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Por Carlos Balaguer | Jun 13, 2022 - 19:38