Si observamos la historia, veremos que -conforme los años- hemos estado haciendo lo mismo con nuestro destino. Hemos luchado, vencido o fracasado. En fin, nos hemos perdido en el tiempo. ¡Pero hemos estado librando la gran batalla, la gran victoria! “Sólo gana el que lucha y sólo vive el que gana” -reza el adagio. El hombre, como lo expresara Cristo Señor en su pasión, vuelve a resurgir al tercer sol. Para erguirse al cosmos como la espiga y llegar al cenit de su esplendor. “¡Otra vez!”: ¡Hermosa frase! Si el hombre perdió el amor en el horizonte, su razón de vivir estriba en volver a buscar el asombroso devenir de su milagro… Su nuevo amanecer y oportunidad de amar, de expresar su canción, su verdad, jubiloso, con la palabra abierta de par en par sus alas… Así estará el hombre en aquel intenso ocaso de su ilusión. Allá estará el Homo inmanente, el Homo erectus, el mismo Homo Illusio. Así marchará la bestia evolucionada, según los documentos de la doctrina darwiniana y demás naturalistas, que estudian la creación divina evolucionada. Porque esa es la gran obra -fruto inmanente y universal- del gran Hacedor, en los estadios de la evolución. Si creacionistas y darwinianos vieran así la cosa, coincidieran en su punto de vista de cómo fue creado el ser humano. El “Homo illusio”, venciendo y conquistando su destino en las estrellas.
El “Homo illusio”- “Hombre ilusión”
.
Por Carlos Balaguer | Feb 22, 2023 - 14:30