La negación de la ignorancia es un tema que el científico social Daniel Kahneman analiza a profundidad en su obra “Ruido”. Negar que ignoramos es la acción defensiva que nuestra psiquis toma frente a aquellas cosas que no conocemos pero que nos resistimos a aceptar que, en efecto, están fuera de nuestra área de especialidad. “Negar que ignoramos” es un sesgo mental derivado de que nos rehusamos a aceptar que somos ignorantes.
La negación de la ignorancia se presenta cuando las personas creen que saben más de lo que realmente saben. Es decir, cuando se sobreestima el conocimiento propio y se subestima la ignorancia sobre un tema determinado.
A pesar de que he pasado buena parte de mi vida estudiando, no me da pena declararme ignorante respecto al procedimiento para llevar a cabo con éxito una operación de vesícula; sobre cómo construir un motor a reacción o sobre cómo resolver una ecuación de física cuántica. Todos ignoramos algo, la diferencia es que ignoramos diferentes cosas; lo terrible es no aceptarlo. Rehusarnos a aceptar nuestra propia ignorancia nos hace cometer un terrible error: negarnos a recibir asesoría por expertos.
Este fenómeno puede tener consecuencias muy negativas, especialmente cuando se trata de decisiones importantes que pueden afectar a muchas personas. Cuando se niega la ignorancia, se tiende a tomar decisiones basadas en creencias y opiniones personales, sin tener en cuenta la evidencia y los datos objetivos. Esto lleva a decisiones equivocadas que pueden tener consecuencias graves.
Pero la negación de la ignorancia también puede afectar a personas comunes y corrientes como tú y yo. Cuando se discuten temas importantes como política, religión o ciencia, es común que las personas crean que saben más de lo que realmente saben. El peligro de la ignorancia objetiva es que una sociedad que ignora y no se informa, y no basa sus decisiones colectivas en datos y resultados, deriva en una sociedad polarizada y fanatizada en el estilo “este macho es mi mula”. Algunas personas prefieren voltear a ver a otro que atender las evidencias y argumentos que son contrarios a sus creencias.
En estos tiempos de polarización y desinformación, es importante reconocer la propia ignorancia y estar abiertos al aprendizaje y al diálogo. La negación de la ignorancia puede llevar a la creación de teorías disparatadas, al rechazo de la ciencia, los hechos y argumentos bien fundamentados, todo lo cual tiene un efecto negativo: cierre de mentes y entendimientos y profundización del fanatismo.
Por el contrario, la aceptación de la ignorancia lleva a la búsqueda de la verdad, al reconocimiento de la complejidad de los problemas y al respeto por las opiniones y creencias de los demás. En este sentido, es importante destacar la importancia de la educación y la formación en el pensamiento crítico. La educación debe promover la humildad intelectual y la capacidad de reconocer las propias limitaciones y prejuicios. Los educadores deben enseñar a los estudiantes a evaluar la información y a distinguir entre hechos y opiniones.
Pero también es importante destacar la responsabilidad individual en la lucha contra la negación de la ignorancia. Cada uno de nosotros debe ser consciente de nuestras propias limitaciones y estar dispuestos a aprender y cambiar de opinión cuando sea necesario. Debemos estar dispuestos a escuchar a los demás y a considerar diferentes fuentes de información, opiniones y perspectivas, aunque no estemos de acuerdo con ellas.
Luchar contra la ignorancia objetiva no es una tarea fácil dado que no es sencillo renunciar a la recompensa psicológica y emocional que deriva de tomar decisiones en base a nuestra “certeza intuitiva”. Es revelador que los líderes (políticos, empresariales, religiosos) sean más propensos a tomar decisiones con base en la intuición que a la evidencia (“El Bitcoin superará los cien mil dólares al cierre del 2022”), de tal forma que cuando los hechos y la terca realidad les niegan la confirmación de los efectos de sus decisiones en vez de corregirlas regresan nuevamente a la búsqueda de la recompensa emocional que deriva de su intuición (“a partir de hoy, compraremos un Bitcoin diario”).
La opción de tomar decisiones por medio de la intuición es basar nuestras decisiones en datos y algoritmos y mediante la asesoría de expertos en las diferentes áreas del saber humano. ¿Ello hará que nuestras decisiones sean perfectas y libres de error? No, pero contribuiremos de forma más razonable a que nuestras decisiones sean lo más certeras posibles.
La negación de la ignorancia es un fenómeno que puede tener consecuencias negativas en diferentes ámbitos de la vida. Es importante reconocer nuestra propia ignorancia y estar abiertos al aprendizaje y al diálogo. La educación y el pensamiento crítico son herramientas fundamentales para librarnos de ese terrible mal: ignorar que ignoramos.
Abogado, Master en leyes/@MaxMojica