Desde el quehacer investigativo del Centro Universitario de Neurociencia (CUN) de la Universidad Francisco Gavidia (UFG) hemos publicado diversos artículos sobre la complejidad del cerebro o la mente. Las teorías de Rodolfo Llinas, Mel Levine, Stanislas Dehaene, entre otros, aportan múltiples evidencias para entender las dinámicas de redes neuronales, las tormentas electro químicas, la capacidad predictiva, la velocidad psicofísica de procesamiento, la mielinización, las leyes algorítmicas o psicológicas y lo epistemológico. Así el cerebro se comunica, articula, aprende y conecta con la realidad, a través de un proceso de plasticidad cerebral.
Más allá del constructivismo, de las inteligencias múltiples y de la inteligencia emocional, nos preguntamos: ¿Qué se puede decir de la mente política?
“The Political Brain” es un libro de Drew Westen, profesor de psicología en la Universidad de Emory, en el cual describe el papel de las emociones en las decisiones del destino de una nación, es decir una mirada neurocientífica. Primera conclusión: La razón y la racionalidad juegan un papel limitado en las decisiones políticas. Segunda conclusión: El uso de palabras e imágenes desencadenan cascadas emocionales. Tercera conclusión: Hay un sesgo de confirmación, y aquí se juega todo.
Francis Bacon anotaba en el Novum Organum en 1620: “El entendimiento humano una vez que ha adoptado una opinión (…) atrae todas las cosas para apoyarla y estar de acuerdo con ella. Y aunque hay un mayor número y peso de casos que se encuentran en el otro lado, sin embargo, estos o los descuida y desprecia.
El “sesgo de confirmación” o sesgo confirmatorio es la tendencia a favorecer, buscar, interpretar, y recordar, la información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando desproporcionadamente menos consideración a otras posibles alternativas. El efecto es más fuerte en aspectos de contenido emocional y en creencias firmemente enraizadas, sobre todo en materia religiosa o política.
Otro aporte importante es el de George Lakoff “The Political Mind” (2009) se trata de un estudio sobre cómo debe ser entendida la razón del siglo XXI a partir de una perspectiva de la neurociencia y la lingüística cognitiva, plantea que las personas interpretan el mundo a través de metáforas conceptuales. Así, las emociones o la obediencia juegan un rol clave, pero el aporte de Lakoff se centra en una importante hipótesis: “No se puede entender la política del siglo veintiuno con un cerebro del siglo dieciocho (…) La mayoría de nosotros hemos heredado una teoría de la mente de la época de la Ilustración, específicamente, que la razón es consciente, literal, lógica, libre de emociones, incorpórea, universal, y funciona para servir nuestros intereses” y las cosas han cambiado mucho, demasiado. Los electores, incluso votan en contra de sus propios intereses…
Los políticos hábiles y sus publicistas inteligentes se aprovechan de la ignorancia y de las mentes para apelar al nivel inconsciente; las formas en que actúa el inconsciente no son arbitrarias y como afirmaba David Hume en el Dictum “la razón es esclava de las pasiones” , los ciudadanos, votantes, pueden ser persuadidos y manipulados, y a través del lenguaje usado en los discursos se pueden ganar elecciones. Las emociones, los sentimientos y la conciencia son clave.
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación del individuo cuando percibe una persona, objeto, lugar, suceso o recuerdo importante. Desde el punto de vista psicológico, las emociones alteran la atención, hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria.
Los sentimientos son el resultado de las emociones, son más duraderos en el tiempo y pueden ser verbalizados (palabras). Fisiológicamente, las emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz, la actividad del sistema nervioso y la del sistema endocrino, pudiendo tener como fin el establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo.
Conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros. Las emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas. Poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas.
Las emociones tienen una gran relevancia para el desarrollo biopsicosocial, especialmente sirven de base para construir relaciones afectivas; ya que permiten la adecuación y comunicación en contextos sociales, mediante vías de comunicación no verbales.
La consciencia es un estado de la mente, de carácter subjetivo, unificado y continuo; permite darnos cuenta de nuestra propia existencia, de la del resto del mundo y de las cosas que pasan, es algo muy similar, pues no es otra cosa que el inteligible resultado del procesamiento de información que tiene lugar en el interior del cerebro. Es un sistema donde el cerebro presenta continuamente la información que necesitamos conocer en cada momento para guiar el comportamiento o tomar decisiones.
Las decisiones políticas desde la perspectiva neurocientífica se basan en emociones o reacciones que trascienden lo racional, pero de modo consciente. Se crean símbolos y en torno a ellos se construyen fuertes sesgos de confirmación como mecanismo apologético, descartando otros datos o posibilidades que amenacen a la idea fundamental. A mayor nivel cultural y educativo se privilegian los argumentos racionales y lógicos (pensamiento superior); por el contrario, e menores niveles prevalecen aspectos emocionales, primarios o básicos, generando una dependencia externa y una mayor satisfacción vicariante (aspirando o dependiendo de otros referentes).
El fanatismo (religioso, obsesivo, político) es el apasionamiento o actividad que se manifiesta con pasión exagerada, desmedida, irracional y tenaz; es un tipo de fundamentalismo, en donde se suprime la consciencia de individualidad y se proyecta la adhesión a otro.
La “satisfacción vicariante” -como proyección en un ideal, desde mis carencias y necesidades- también juega un rol clave para entender la mente política; sobre todo en entornos excluidos y desfavorecidos.
Las metáforas tienen un rol crítico en la narrativa política o del poder. La economía cognitiva de nuestro pensamiento (el equilibrio entre la adquisición y descarte de ideas y pensamientos) se basa en el establecimiento de relaciones entre ideas. La gente no vota necesariamente por sus intereses. Votan por aquellos con quienes se identifican (intereses e identidad) y lo define su inconsciente cognitivo…
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Investigador Educativo/opicardo@asu.edu