La verdad, no estaba muy entusiasmada con “Sonido de Libertad”. Para comenzar, estaba todo el drama de Disney y Netflix. Luego Eduardo Verástegui rezando rosarios para hacer campaña política por la presidencia de México. Después el escándalo que uno de los que aportaron fondos online estaba involucrado en la misma cosa que critica la película.
Pero al final , “Sonido de Libertad” es una película sincera, que trata intenta visibilizar la trata de niños pero, como nunca se entiende si es una película de acción o una película religiosa, puede apelar al lado emocional de muchos, pero a costa de presentar una percepción irreal de lo que es y lo que implica la trata de niños.
Tim Ballard, el héroe de la historia, trabajó diez años en la frontera entre Estados Unidos y México como parte de una unidad especializada contra el trafico humano, desarrolló un software especializado para infiltrarse en las redes del mismo y eventualmente, fundó dos ONGs para rescatar niños. Tanto peso tenía Ballard que, para el 2016, el documental “The Abolitionists” dirigida por Gerald Molen (”La Lista de Schindler”), lo presentaba llevando acabo un rescate en vivo ( Por si la quieren ver, esta disponible en HBO, Google TV y Amazon Prime).Sin embargo, está muy lejos de ser el hombre que protagoniza Caviezel. Simplemente, Caviezel no es convincente. Por ratos, Ballard es un santo, y en otras escenas es una especie de Rambo que nunca llega a serlo.
Segundo, aunque siempre se toman ciertas licencias para ayudar a la trama, en este caso, las licencias que se tomaron hacen que la película padezca de una serie de falacias. Por ejemplo, la historia de los hermanos, es la excepción, no la regla. La dolorosa realidad es que el tráfico de niños es llevado a cabo mayormente por aquellos que los conocen bien (parientes o los mismos padres), y esto, aunque más crudo, hubiera sido también más realista a la hora de presentar el secuestro. Por otra parte, implícitamente se plantea que la trata de niños es un problema exclusivo de Latinoamérica. La verdad, la trata de niños es un problema que afecta al mundo entero y es aún más agudo en ciertos lugares de África y Asia.
Tercero, “Sonido de Libertad” es lenta. Todos sabemos qué va a pasar antes que pase. Las primeras escenas son prometedoras, pero de allí en adelante, Verástegui y Caviezel nos presentan a un Ballard como un hombre de Dios que lucha contra toda la maldad del mundo en contra de la trata de niños en Latinoamérica. Spoiler: no es así. Ni Ballard es un santo (tuvo que renunciar a su propia organización porque sus empleados lo acusaron de recaudar fondos para rescates que nunca realizó) ni actuó sólo en los rescates. Y aún no sabiendo este dato, la verdad es que este axioma es imposible. No hay un superhombre que pueda prometer devolverle a alguien a su familia.
Al final, la película es una que debe verse, porque es necesario conocer un tema tan doloroso. Sin embargo, al contrario de “Bella”, la primera película de Veràstegui-Monteverde (por cierto llevada por Netflix ), en la cual trataba el tema del aborto de una manera innovadora y tierna a la vez, y la casi perfección de “Little Boy”, esta película me dejó pensando si no hubiera sido mejor centrarse en la historia de Ballard sin dramatizarla, o, simplemente, ya que era una película de bajo presupuesto, presentar el tema de la trata de niños desde un punto de vista puramente religioso.
Recomendación, vayan a verla. Pero chequeen también en Netflix “I Am All Girls” (”Yo Soy Todas Las Niñas”) basada también en una historia real.
Educadora.