Costa Rica, una de las democracias más sólidas de Centroamérica y del hemisferio, asistirá a las urnas este domingo para elegir a su nuevo gobernante y sus diputados, en un momento en que la pandemia ha golpeado el turismo, uno de los principales pilares de su economía y con un desempleo que aún no se reduce a los niveles pre covid.
La oferta electoral, que entre 1982 y 2002 había estado dominada por dos partidos tradicionales: el PLN y PUSC, esta ahora atomizada: una cifra récord de 25 aspirantes a la presidencia y ninguno de ellos podrá ganar el 40% de los votos requerido, según las encuestas.
Incluso parece que ninguno tiene asegurado el pase a la segunda vuelta electoral, solo el expresidente José María Figueres, quien corre por el PLN y lleva la delantera con apenas un 19% de las intenciones de voto según sondeos.
“Figueres vuelve no porque tenga apoyo ciudadano y que la gente diga ‘que vuelva la política tradicional’, sino que es la minoría más grande”, explicó Alberto Cortés, académico de la Universidad de Costa Rica (UCR).
La pregunta entonces es cuál de los otros tres candidatos de las “minorías más grandes” puedan colarse al balotaje: la exvicepresidenta Lineth Saborío, el conservador Fabricio Alvarado o el ‘outsider’ Rodrigo Chaves.
El analista de la UCR cree que ni Saborío ni Alvarado pueden derrotar al expresidente Figueres en segunda vuelta y solo cree que Chaves, un polémico aunque carismático economista, puede ganarle el pulso.
“Quien sí le complicaría el escenario a Figueres es Chaves porque ha logrado capitalizar un enojo con la clase política tradicional que Figueres representa. Chaves ha logrado capitalizar la furia, el enojo, es un tipo arrogante pero articulado e incisivo en su retórica”, dijo.
En los posibles duelos Figueres vs. Saborío o Figueres vs. Alvarado, el analista lo tiene claro: los ticos terminarían votando por Figueres para que sus rivales no ganen, pues ambos tienen ciertos anticuerpos.
A Saborío la han etiquetado en campaña como una candidata que no responde sobre temas claves y Alvarado es demasiado conservador en temas como aborto o uniones del mismo sexo.
“En primer ronda la gente vota por el que más le gusta y va a haber 4 o5 candidatos que sacan entre el 8% y 20% . En segunda vuelta, una parte importante de esa dispersión se termina agrupando en un candidato en función de que el otro no llegue al poder”, explicó Cortés.
Acá toma relevancia además el grupo de los indecisos y el hecho de que la identificación partidaria se ha reducido los últimos años.
“En un contexto de baja adhesión partidaria y alta volatilidad mucha de la gente que ha votado por el PAC (partido oficial) esté valorando otras candidaturas o está indeciso porque hay cerca del 42% de la población que se define el día de la elección”, concluyó Cortés.
De hecho, las encuestas afirman que al menos el 31% de los costarricenses todavía no ha decidido por cuál candidato votará.
Oficialismo, sin opciones
El PAC concluirá este año dos mandatos presidenciales consecutivos sin opción de retener el poder pues el actual presidente, Carlos Alvarado, saldrá bajo apoyos mínimos y con una electorado molesto por las medidas económicas tomadas que afectaron a dos de sus principales apoyos: el sector público y los universitarios.
De hecho, Alvarado enfrentó protestas en 2020 por un acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un rescate de la economía tica por más de $1,700 millones que obligarán a la nación centroamericana a tomar medidas fiscales severas.
“El gobierno de Carlos Alvarado desarrolló una gestión del estado que generó rechazo en sectores que históricamente habían votado por ellos como el sector público. Del sector universitario, ambos sectores han sido muy castigados por el gobierno”, explicó Cortés.
De hecho, según un sondeo de la Universidad de Costa Rica, cerca del 70% de los entrevistados tiene una opinión negativas de las medidas de Alvarado.
Además de algunos señalamientos de corrupción que recaen sobre algunos de sus funcionarios en la construcción de carreteras, se suma el hecho de que en Costa Rica, ni siquiera en las décadas del bipartidismo, un partido político gobernó más de tres períodos consecutivos.
“A diferencia de El Salvador que tuvo un largo periodo de dominio de ARENA, eso nunca ha sucedido en Costa Rica, nunca un partido ha tenido más de dos periodos consecutivos en el poder. Inclusive ni el PLN que ha sido el dominante”, explicó el analista de la Unversidad de Costa Rica.