Un soldado revisa a detalle el tatuaje de un hombre que fue retenido cuando se dirigía a trabajar. Foto EDH/Jonatan Funes Los soldados lo examinaron desde la cabeza hasta los pies para descartar que tuviera tatuajes alusivos a pandillas. Foto EDH/Jonatan Funes Parte del procedimiento de los soldados es revisar el interior de los labios para descartar algún tatuaje alusivo a pandillas.
Foto EDH/Jonatan FunesUna vendedora de La Granjita observa a unos menores de edad jugar en uno de los pasajes de la comunidad.
Foto EDH/Jonatan FunesLa vida cotidiana en la zona continua, a pesar de estar rodeado de militares. Foto EDH/Jonatan Funes Un soldado revisa el baúl de un carro como parte del retén del cerco militar que mantienen en una de las entradas a la comunidad La Granjita.
Foto EDH/Jonatan FunesLos conductores de vehículos también fueron registrados por los militares.
Foto EDH/Jonatan FunesUn joven, sin identificar, muestra su tatuaje a un soldado en una revisión en La Granjita, como parte del cerco militar. Foto EDH/Jonatan Funes Todas las entradas a La Granjita están siendo custodiadas por soldados.
Foto EDH/Jonatan FunesUna mujer muestra lo que lleva en su bolsón a un soldado. La mujer venía de Lourdes, Colón, de visitar a un familiar. Foto EDH/Jonatan Funes Los comerciantes de la calle a San Antonio Abad, a un costado de La Granjita, dicen estar de acuerdo con el cerco militar.
Foto EDH/Jonatan FunesFoto EDH/Jonatan Funes Detalle de unos zapatos en el tendido eléctrico, en la comunidad La Granjita, San Salvador. Foto EDH/Jonatan Funes Efraín Melara, de 43 años, llegó al país en marzo de este año, deportado de Estados Unidos. Llegó a la comunidad La Granjita a visitar a un amigo pero este no se encontraba. Dijo no tener ningún problema con los soldados. Foto EDH/Jonatan Funes
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