Han pasado 13 años desde que el expresidente Antonio Saca llegó y aún no concluyen el proyecto que comenzó a planearse desde 2004. Presidentes han pasado y la estructura se convierte en la insignia de gestión y la muestran como la perla de la corrupción de quien lo antecedió. Esta mole de cemento interrumpe el paisaje verde y natural en San Antonio del Mosco y Carolina. Foto EDH / Yessica Hompanera El río Torola es un caudal de donde habitan varias especies de animales y plantas que crean un paisaje único y natural. Según las previsiones de CEL, todo este punte y por ende todo esto quedaría debajo del agua. Foto EDH / Yessica Hompanera Don Alonso se toma un descanso frente a una fumarola de los ausoles más preciados de Carolina. Este es un punto de reunión para las familias donde vienen a pasar un momento de descanso. Con la llegada del embalse todo esto desaparecerá. Foto EDH / Yessica Hompanera La mayoría de las personas del área rural en Carolina se dedican a la agricultura y ganadería. Ambas formas de producción generaban ingresos extras para pagar servicios básicos, compra de otros alimentos y medicamentos. Tras la movilización a varias familias les tocó vender su ganado y dejar de sembrar porque ya no tenían dónde. Foto EDH / Yessica Hompanera En Carolina existe un puente colgante de hierro que cruza el río Torola y es la conexión entre el casco urbano de Carolina y el resto de cantones del municipio. Este punto es también punto para el intercambio de mercaderías que suplen a pequeñas tiendas. Foto EDH / Yessica Hompanera
Samuel Argueta es un agricultor que construyó su vivienda de adobe luego de trabajar por tres años en Estados Unidos. Emigró para conseguir dinero para regresar a su país y tener su casa, pero al poco tiempo de terminarla llegaron con la idea de la represa. Fotografía tomada en septiembre de 2020. Foto EDH / Yessica Hompanera Samuel Argueta contó que en su mente no cabía la idea de desalojar, buscar otro lugar, llevarse su ganado, irse a otra zona alejada de donde llegaría el embalse. Han pasado varios años desde que abandonó su antiguo hogar y aún le embargan sentimientos de indignación y tristeza por haber huido de sus tierras sigue vigente cuando hablan de ello. Foto EDH / Yessica Hompanera Ambientalistas han señalado que las represas representan una fuente de contaminación en las aguas, la extinción de peces nativos y el incremento al cambio climático. El estudio ambiental de CEL registró 61 especies entre flora y fauna, incluida la existencia de 19 mamíferos en peligro de extinción. Foto EDH / Yessica Hompanera José Doré posa para una fotografía frente a su casa en septiembre de 2020. Esta casa la construyó junto con su familia después de haber abandonado su terreno y su antigua vivienda que quedará bajo el agua cuando el embalse termine de llenarse. En una entrevista con El Diario de Hoy señaló que prefirió destruir su otra casa. Foto EDH / Yessica Hompanera Los cantones que están al otro lado del río Torola no cuentan con servicio de buses. Son los habitantes con vehículo todo terreno que ponen a disposición el transporte para ayudarlos a cruzar y llevarlos hasta sus viviendas. Foto EDH / Yessica Hompanera El puente de hierro que va sobre el río Torola desaparecería con la llegada del embalse. De no construirse un puente a tiempo, las personas de los cantones quedarían aislados del casco urbano de Carolina. CEL, cuando negoció con los habitantes afectados, prometió, entre muchas cosas, un puente, pero no fue hasta el 16 de febrero de 2022, el presidente Nayib Bukele llegó dar por iniciada la obra. En su discurso no mencionó los efectos del embalse. Foto EDH / Yessica Hompanera Durante los inviernos algunos habitantes de los caseríos fueron contratados para talar toda la maleza y árboles que aun quedaban en pie para que el agua del embalse circule en la zona del embalse. Todo este residuo no es retirado de la zona; cuando se termine de inundar todo el material vegetal se quedará en el fondo y se pudrirá. Este proceso generará CO2 que incrementa el nivel de la temperatura en la atmósfera. Foto EDH / Yessica Hompanera Por el pago de las tierras, la empresa hidroeléctrica acordó pagar un aproximado de $5,300 por cada manzana. Al cuestionar a los habitantes de dónde provienen sus propiedades, explicaron que muchos años de trabajo y otros a partir de herencias de generaciones anteriores. Foto EDH / Yessica Hompanera Foto EDH / Yessica Hompanera Este es la señal de donde llegará el agua del embalse. Aunque todas las personas se fueron de la zona que quedará inundada, existe al menos una familia que no quiere desalojar. Foto EDH / Yessica Hompanera Esta es una muestra de cómo quedó la casa de José Doré, uno de los afectados por el embalse de la presa El Chaparral en Carolina. Señaló que prefirió destruirla para no regresar al lugar y recordar los efectos de la llegada de la presa. Foto EDH / Yessica Hompanera CEL compró los terrenos de las familias en las comunidades donde avanzará el desembalse de la presa El Chaparral. No tuvieron de otra más que abandonar las tierras y las casas que construyeron con sus propias manos. Foto EDH / Yessica Hompanera Foto EDH / Yessica Hompanera
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