Contrario a lo que muchas veces se siente al entrevistar a un atleta salvadoreño promedio, que te dice que sueña con ser campeón mundial, pero aparecen los “peros” - justificables a veces - y los miedos, sobre todo, o la visión de no poder ante potencias y gente que tiene mejores recursos, hablar con Sindy Portillo es platicar con una campeona. Así se levanta de la cama, con esa mentalidad. Se siente en su vibra, en su plática sincera y amena.
Esta bachiller, administradora de un hostal y surfista de corazón y de profesión también, no aspira a otra cosa que no sea ser campeona mundial. Lo tiene clarito a sus 22 años, y hasta cree que puede ser fácil si lo acompaña de sacrificio, entrega, mucha dedicación, enfoque, disciplina y trabajo.
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“Esto es un sueño, ayer (miércoles, día de la final) todavía no lo podía creer, anoche dormimos así como campeones, y viviendo un sueño”, contó esta atleta que, en la edición pasada de los Juegos Centroamericanos ni aparecía en el mapa de atletas de El Salvador, aunque ya lleva 8 años surfeando.
Esto porque compite desde “hace 3 años profesionalmente. Arranqué con mi hermano, fue mi inspiración para surfear, César Portillo. Yo soy de playa Las Flores, San Miguel. Vivo en una de las mejores olas de El Salvador, Las Flores, entonces, justo enfrente, dije por qué no, tenemos las mejores olas, y teniendo el apoyo de mi hermano, comencé todos los días. Después decidí competir, sólo hacía free surfer, entonces ya comencé a competir, y la verdad fue emocionante, dije, ‘quiero esto, voy a seguir’, y así fue”.
La decidida campeona contó que en la Selección “hemos entrenado física y mentalmente muy fuerte, siempre metiéndonos en la cabeza que vivimos en El Salvador, en el país de las derechas (una de las mejores olas derechas del mundo), y tenemos la oportunidad de surfear buenas olas, y tenemos que tener mente de ganadores, y somos gente muy valiente, muy esforzada, que consigue lo que quiere con mucho trabajo. Entonces, ya con todo el apoyo que el gobierno nos ha dado hoy día, mucho mejor”.
Para Sindy, las claves son claras: “Uno dedica su tiempo al entreno, no hay nada fácil, pero uno tiene que ser disciplinado, las cosas no llegan así nomás, uno tiene que poner mucho esfuerzo, mucha dedicación, mucho amor, y mucha humildad sobre todo”.
Sobre sus actividades combinadas, cuenta que “acabo de salir de mi bachillerato, administro un hostal y surfeo. Hago de todo, parto el tiempo para salir con las responsabilidades. Trabajo en un hostal, en Nativa Surf House, en Las Flores, a veces se dan clases de surf, cuando hay tiempo”.
La meta es alta, pero clara
No titubea ni un microsegundo: “Mi sueño es ser campeona mundial, no es nada, nada difícil, uno con mucho entrenamiento puede lograrlo, esa es la meta, seguir entrenando para seguir dándole resultados al país y a todos los salvadoreños, sobre todo a mí misma, para sentirme más orgullosa de mi trabajo, y seguir con las metas más arriba”, narró.
Este jueves, un día después de ganar el oro, y a segundos de recibir en su cuello la medalla dorada, recuerda el momento en el que, tras salir del agua, de las entrevistas, ya en la intimidad vivió el momento más especial.
“Mi familia está en San Miguel, pero cuando fui a revisar mi celular, tenia mensajes lindos de mi mamá, de mi papá, mis hermanas y hermanos, me sentí muy feliz, leer y escuchar esos audios que te envían de buena vibra, que te digan que te han visto entrenando, y que lo mereces (el oro), fue un momento muy especial para mí”.