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OPINIÓN: Un Chelo para el mundo

En la perspectiva de la periodista de CANCHA, Varinia Escalante, la hazaña en Roland Garros de Marcelo Arévalo marca historia y que no hay imposibles en el deporte, ni en la vida

Por Varinia Escalante | Twitter: @VSkalanT |

El salvadoreño Marceo Arévalo reacciona junto al holandés Jean-Julien Rojer tras ganar el trofeo de dobles masculinos en Roland Garros. Foto / AFP

Todavía resuenan en mi cabeza aquellos comentarios medio en joda, medio en verdad, de muchos que no creían en la capacidad de Chelo Arévalo. De muchos que siempre pensaron que no llegaría tan lejos y lo criticaron por sus derrotas, o que desmerecieron su individualidad y dieron más crédito al trabajo de sus parejas.

ANÁLISIS: El camino a la gloria en el tenis para el salvadoreño Marcelo Arévalo

Pero si no hubiese sido por esos tropiezos, en distintos torneos, no sería ahora un tenista top que alcanzó el cielo con su raqueta y con muchos sueños y sacrificios que superó. Si su pasado no hubiese sido de cometer errores, no sería ahora un campeón de un Grand Slam.

Y es que lo que el sonsonateco hizo en Roland Garros marca un hito para el deporte salvadoreño y el tenis nacional, incluso regional (C.A.). Ser el primero en ganar uno de los cuatro torneos grandes del deporte blanco no es fácil, y solo lo deja para marcar el precedente de que únicamente el cielo es el límite.

Marcelo Arévalo (derecha) de El Salvador y Jean-Julien Rojer (izquierda) de Holanda celebran con su trofeo después de ganar contra Ivan Dodig de Croacia y Austin Krajicek de Estados Unidos al final de su partido final de dobles masculino en el día catorce de Roland-Garros en la cancha Philippe-Chatrier de París el 4 de junio de 2022. Foto: Anne-Christine POUJOULAT / AFP

Ver la alegría de Chelo en París, con su esposa e hijo, y la bandera salvadoreña portándola con orgullo completan la escena de aquel tenista que siempre ha dicho que nunca olvida cuando empezó a jugar en Sonsonate; y luego, los sacrificios de sus padres que lo traían y llevaban de suelo cocotero a San Salvador para entrenar. Por eso, ahora todo tiene sentido para él y encaja en esa garra cuscatleca que posee. Tal cual el corazón que pintó para el mundo entero, en plena cámara del Roland Garros, para dedicar el triunfo a todo el país.

Si bien es cierto que también surge la siempre incógnita de quién será su relevo, de si ya nació quien va a sucederlo igual o superándolo, el ahora para Chelo es solo el trampolín para ser ejemplo de muchos tenistas cipotes que querrán seguir imitándolo. Eso que, de igual forma, él quiere dejarle a las nuevas generaciones con su mensaje de que no hay imposibles.

¿Marcelo Arévalo es el mejor atleta salvadoreño de la historia?

Chelo ahora es un orgullo salvadoreño. Para todos. Para los que lo ven de reojo y para los que de verdad lo apoyan. Es un crack con pinta de tenista, un tenista con pinta de salvadoreño.

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