El descenso de la UD Ibiza era la crónica de una muerte anunciada y, aunque los insulares querían tratar de dilatar todo lo posible este momento, la derrota en El Sardinero (1-0) firmó su sentencia y le obliga a despedirse del fútbol profesional tras dos temporadas en la Liga SmartBank.
El gol del croata Roko Baturina fue el mazazo definitivo para un equipo que esta temporada ha acusado los giros en la estrategia deportiva del club, desde el cambio del director deportivo, hasta los distintos movimientos en el banquillo, que no han sido capaces de mejorar las prestaciones del equipo.
Si bien es cierto que Lucas Alcaraz, el último en hacerse con las riendas de la plantilla ibicenca, ha conseguido que sea más competitiva en las últimas jornadas, errores puntuales y, en ocasiones, mala fortuna, han condenado al equipo al descenso.
El proyecto de Amadeo Salvo, que consiguió llevar a un equipo desde su fundación, en 2015, al fútbol profesional en apenas seis años, tendrá que reinventarse para tratar de regresar lo antes posible a la élite del fútbol español.