Es difícil calificar como escuela a las ruinas que aparecen en los periódicos, con el clamor de profesores y padres de familia, a las autoridades de Educación, pidiendo la reparación de un muro perimetral, de los techos hechos pedazos que hacen llover dentro del aula, de paredes destrozadas, pizarrones rotos, restos de lo que hace años fueron pupitres, hoy sustituidos por latas de pintura o troncos de árboles. Y como una latente amenaza para la salud de alumnos y personal docente, el único servicio sanitario destrozado, la fosa séptica rebalsada y un casi nulo acceso a agua potable y energía eléctrica. Champas con categoría de escuelas.
Y conmueve la figura de una maestra que describe su labor a cargo de 3 grados de primaria, en la misma aula y compartiendo pedazos de un viejo pizarrón, luego de caminar varios kilómetros desde su vivienda. Muchos maestros demuestran su vocación de sacar a estas criaturas de la ignorancia. Algunos son jóvenes, ilusionados esperando que algún día llegue un futuro mejor. Otros, al borde de la jubilación, orgullosos de haber dedicado toda su vida a formar mejores ciudadanos. Muchos alargando sus jornadas, sin una remuneración decente, como el joven maestro, que imparte clases a niños sordos, en el área rural, sin goce de sueldo.
Y todo esto responde a una estrategias de los gobiernos populistas, de mantener a la mayoría de la población en la ignorancia, durmiéndolos con paquetes alimenticios, dinero en efectivo, computadoras y tablets, sin considerar el daño que estos juguetes electrónicos causan en el desarrollo de los pequeños. No les conmueve ver a jóvenes en cantones y caseríos, subidos en las ramas más altas de un árbol, caminando varios kilómetros, para tener señal en su celular y poder seguir las clases on line. No alcanza el dinero en MINED para invertir en educación, aunque cuenta con una de las partidas más altas del presupuesto.
Pero sí hay recursos para el millonario proyecto del aeropuerto en la zona oriental, sin considerar las opiniones de especialistas. Los estudios originales del MARN expusieron el daño que traería a una zona protegida, pero milagrosamente el criterio ha cambiado y puede ser intervenida, para realizar el capricho de Bukele. ¿Cómo podemos esperar una sanación del moribundo Lago de Coatepeque, haciendo que los propietarios de residencias y dueños de restaurantes colaboren, si el gobierno es el primer depredador saltándose las leyes vigentes?
Las noticias internacionales han informado de los problemas de los aeropuertos secundarios en México y Costa Rica. El recién inaugurado aeropuerto AIFA, a una hora de distancia del aeropuerto internacional de la Ciudad de México, está completamente vacío. Un video muestra la zona de ingreso de pasajeros, con las máquinas y equipo todavía embalado en sus cajas y plásticos originales, sin empleados ni pasajeros. En Costa Rica, según el periódico tico El Financiero, en 2019 el gobierno invirtió más de $22 millones en dos terminales, como alternativa al Juan Santamaría, que suponen una gran pérdida por el escaso movimiento aéreo. Y estos fracasos ocurren cuando México tiene un territorio de 1,964 millones de kms. cuadrados y varios aeropuertos internacionales en sus principales ciudades, y Costa Rica con sus 51,179 kms.cuadrados, más del doble de nuestros escasos 21,000 kms de territorio, demuestran el absurdo proyecto de un segundo aeropuerto. Sin contar con el daño a las comunidades establecidas en la zona, que serán desalojadas, y que han advertido del peligro de constantes inundaciones.
Lamentablemente este nuevo desastre económico seguirá los pasos de ese elefante blanco llamado Hospital El Salvador y su vecino el vacunatorio, totalmente vacíos, sin equipo ni personal, ni capacidad de funcionamiento, a pesar de las carencias hospitalarias que sufre la población en las descuidadas instalaciones del sistema de salud.
Maestra.