Este viernes 14 de julio se está celebrando en el país el Día del Médico, de ese profesional de la Medicina que vela por la salud de sus pacientes; sí, por la salud, que es el tesoro más valioso del mundo.
Después del maestro, la profesión del médico es la más valiosa, porque sin médicos no habría maestros, pues los médicos, con su auxilio profesional, generan salud al maestro; y sin maestro no habría enseñanza.
El médico, pues, es un profesional indispensable en la sociedad. Valoremos, entonces, la gran labor de los doctores en Medicina.
El diccionario define la palabra ‘médico’ así: “Persona legalmente capacitada para ejercer la medicina”.
Medicina es la ciencia que se ocupa de la prevención y curación de las enfermedades, tanto humanas como de los animales.
Sabemos que el estudiante de medicina al momento de graduarse hace un juramento, es el Juramento Hipocrático, en honor al médico griego Hipócrates de Cos, (isla de Cos, actual Grecia (460 a. C. –Larisa, id. h. 370 a. C., llamado el Grande.
Según la tradición, descendía de una estirpe de magos de la isla de Cos, y estaba directamente emparentado con Esculapio, el Dios griego de la medicina. Contemporáneo de Sócrates y Platón, éste lo cita en diversas ocasiones en sus obras.
El Juramento Hipocrático hace énfasis en el tratamiento humano al paciente, olvidándose, principalmente, de lo que pueda cobrar el médico por la consulta. Y el estudiante de medicina al momento de graduarse, se declara fiel a este Juramento.
Sinónimo de ‘médico’ es ‘galeno’. Esto, en honor a Galeno (nacido en Pérgamo, actual Turquía (129 -id. 216). Médico y filósofo griego. Su pensamiento ejerció profunda influencia e la medicina practicada en el Imperio Bizantino, que se extendió con posterioridad a Oriente Medio, para acabar llegando a la Europa Medieval, donde pervivió hasta entrado el siglo XVII.
Realmente, qué interesante es la tarea del médico, aquí y en todas partes, que enarbola la bandera de la salud por los frescos aires de la vida, llevando alegría y satisfacción a sus pacientes al devolverles la salud; y al devolverles la salud, les devuelve el bienestar y la felicidad, tanto a ellos como a los miembros de su familia.
Vaya extensivo este saludo al reconocido neurólogo, doctor José Zanoni Yada, cuyos servicios profesionales son reconocidos aquí y en otros países; a todos los galenos de las universidades Doctor José Matías Delgado y Alberto Masferrer, y a los demás médicos del país.
Oportuno es recordar con admiración y simpatía a los médicos que gozan ya de la paz eterna, al lado de Dios, como los doctores Emilio Álvarez, cuya estatua enorgullece a la Rotonda de Medicina, en la antigua Facultad; Nicolás Astasio Soria, de la Universidad Doctor José Matías Delgado; y a todos los demás galenos que ya no están con nosotros; pero que dejaron una estela corruscante en el firmamento de la medicina salvadoreña. ¡Sí, señor!
Maestro, sicólogo, gramático