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¿De quién son las calles?

Si preguntamos de quién son las calles a un ciudadano de Tokio, Estocolmo, Bruselas, Berlín, Madrid o Valencia, la respuesta sería: Las calles son de todos y todos las respetamos, mantenemos limpias las aceras, las casas pintadas, parqueamos nuestros vehículos solo en zonas permitidas y respetamos estrictamente las aceras y los pasos de peatones.

Por Pedro Roque
Ingeniero

Preguntando en una reunión ¿de quién son las calles?, el primero respondió: las calles, los parques, las plazas, los puentes, las playas, los caminos, los monumentos, son bienes públicos.


—¿Sí, pero de quién son?


—Hombre… De todos.


El segundo dijo: Son de los salvadoreños y todos podemos utilizarlas porque la libre circulación es una de las libertades universales.

El tercero contestó: Desde el punto de vista económico debieran ser de los que pagan impuestos, pues con ellos se construyen y reparan. Sin embargo, aquí aunque hay más gente que no los pagan, pero sí se benefician de las calles con sus negocios y muchos ni siquiera limpian la basura que generan.


A donde yo quería llegar es, ¿por qué, si son bienes públicos y de todos, tenemos tanto desorden en nuestras calles?
Si preguntamos de quién son las calles a un ciudadano de Tokio, Estocolmo, Bruselas, Berlín, Madrid o Valencia, la respuesta sería: Las calles son de todos y todos las respetamos, mantenemos limpias las aceras, las casas pintadas, parqueamos nuestros vehículos solo en zonas permitidas y respetamos estrictamente las aceras y los pasos de peatones.


Si se preguntan a un salvadoreño en cualquier ciudad de EEUU, la respuesta sería: las calles son de todos y todos las cuidamos y respetamos, porque si no, la policía pone multas.


Y en El Salvador la respuesta también es que las calles son de todos, solo que aquí como son de todos, todos se sienten con derecho a utilizarlas, pero no asumen la obligación de cuidarlas ni respetarlas y, como nadie pone multas, es que están como las tenemos.

Con el argumento de la necesidad y "rebuscarse", cualquiera, a cualquier hora y en cualquier lugar, una acera, una esquina, la orilla de una carretera, incluso en la del aeropuerto o a La Libertad, en curvas y pendientes, pone un puesto de comida, bebidas, verduras, frutas, flores y hasta muebles artesanales.


Y las empresas en las zonas industriales parquean por doquier trailers, rastras y buses en ambos lados de la calle y de dos carriles solo dejan uno sin que tampoco nadie les diga nada.

Y si va a Santa Elena, en Antiguo Cuscatlán, la avenida El Espino de cuatro carriles ya es más parqueo que avenida y los peatones tienen que caminar por la calle, porque los dueños de los carros los suben a las aceras.


Pero siendo que las calles son bienes públicos, seguro que aquí como en otros países también hay ordenanzas municipales que definen dónde se puede parquear y dónde instalar sin riesgo para los vendedores y el público un puesto de ventas con el permiso y la supervisión de las alcaldías.


Y con los parques, que también son bienes públicos, para lo que se pensaron y construyeron, si van a San Vicente —mi ciudad y lo escribo constructivamente— el Parque Cañas es más mercado de comida que parque —con permiso de la alcaldía o sin él, no lo sé—, el volumen y lo estridente de la música de los negocios para atraer a los clientes sobrepasa los decibelios tolerables por cualquier persona normal, las calles están abarrotadas de carros a ambos lados, hay promontorios de basura por doquier y el reloj de la torre parado.

Nuevamente la pregunta, ¿de quién son las calles? ¿Quién tiene que cuidarlas? Bien vendría que revisaran las ordenanzas municipales y poco a poco entre las autoridades y los ciudadanos, en beneficio de todos, empiecen a poner orden en las calles. Si lo empiezan pronto, hasta los pueden reelegir.

Ni a los turistas de otros países, si es que esperan que lleguen, ni a los parientes que vienen de EEUU no les gusta ni la basura, ni el desorden de tráfico, ni el ruido estridente y los que llegan y miran tal desorden se van descontentos y no vuelven.

Ingeniero/pedroroque.net

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